Por Carlos Hernández González
Texto de la contratapa o cuarta de
forro
La Hacienda de Piedras
Negras , sita en el municipio de Tetla, Tlaxcala, fue construida por los
conquistadores hacia 1580. Por muchas circunstancias que relata este libro la
Iglesia Católica fue su propietaria y lo siguió siendo aún después de la
Insurgencia Independencia de 1910.
Como la operación agropecuaria no era un
atractivo para el clero, dan la hacienda en arrendamiento desde 1932 a la
familia González Fernández quien supo demostrar su eficacia en la agricultura.
La Ley Lerdo de 1855 (Leyes de Reforma)
prescribe quitar de manos de la Iglesia Católica todas las propiedades rústicas
en el país y adjudicarlas en propiedad a sus arrendatarios ( siempre que estos
hubiesen sido cumplidos), pagando a la Mitra Católica el importe del avalúo a
plazos por el valor de la renta anual mas intereses del 5%. Por este motivo la Hacienda
de San Mateo Huiscolotepec, Piedras Negras queda en propiedad el arrendatario
mencionado desde 1856.
Desde entonces seis
generaciones González hasta la fecha han sido propietarias de esta hacienda,
enfrentando dificultades de todo tipo: Sequías, embates de la Revolución,
agrarismo, demagogias, abigeatos, y otras, a pesar de que su superficie, hoy en
día, es mucho menor a la permitida por el derecho.
El propietario actual
Marco Antonio González Villa, al igual que sus antecesores la explota con todo
el afán, el cariño y el esfuerzo que se requiere para perpetuar los ideales que
todo ranchero debiera alcanzar.
“La Legendaria Hacienda
de Piedras Negras – Su gente y sus toros” a través del autor Carlos Hernández
González, llama a la reflexión sobre el amor al terruño forjado por los
ancestros, que lleva a confiar en los frutos que da el tesón continuado de
generación en generación.
HISTORIA
Para los españoles no
fue fácil la alianza que tuvieron con los tlaxcaltecas ya que la pactaron
después de cruentas batallas como la de Tecoaque y Tzompantepec en las que los
españoles perdieron muchos soldados y una gran parte de su caballería fue
muerta en dichas contiendas, una vez que los indios comprobaron que estos seres
no eran deidades –como lo supusieron en un principio– y que eran tan mortales
como los demás animales. Con la alianza que se logró, los tlaxcaltecas se
vieron liberados del yugo de Moctezuma con quien vivían en constante guerra; su
vida cambió radicalmente y se terminaron los sacrificios humanos, ya que cuando
perdían alguna batalla los prisioneros eran sentenciados a muerte. Tenían que
entregar doncellas y también los aztecas bloqueaban a los tlaxcaltecas el
suministro de sal.
Desde 1580 los
conquistadores construyen esta hacienda que queda en manos de Gerónimo de
Cervantes bisnieto de Leonel de Cervantes capitán de la flota española de
Cortés. Aunque el Rey Carlos I (V de Alemania) dispuso –en agradecimiento por la coalición– que ningún criollo ni español ocupara tierras
de los naturales de Tlaxcala.
Carlos I dispuso además
a los habitantes a sus habitantes que conservaran sus nombres y apellidos
originales, por lo que hasta la fecha
–según se evidencia en la guía telefónica de Tlaxcala– abundan los nombres
tales como Cuamatzi, Tonix, Xochitiotzin. Temoltzin Cuapio, Ahuatzin y
cualquier cantidad de ellos. En otras regiones de la Nueva España, los nombre
fueron cambiados por Sánchez, Pérez, López, Hernández, Fernández, Cruz y otros
tantos originales de España.
Su hijo Felipe II
desoyendo las disposiciones de su padre permitió que algunos de los que
intervinieron directamente en la conquista, ocuparan esas tierras. Así,
mediante el procedimiento de “pregón y subasta” Gerónimo se hizo de esta
propiedad. Los indígenas al conocer el oro y verlo brillar vendieron la
propiedad que hoy ocupa la hacienda de Piedras Negras desde la fecha
mencionada.
LA
PROPIEDAD
Fueron innumerables los
cambios de mano de esta hacienda desde el Siglo XVI, unos por adjudicación
hipotecaria y otros por encomiendas originadas por la Iglesia Católica, la que
al fin de cuentas de una forma u otra conservó la propiedad de las tierras en
todo el ámbito rústico del país y lo siguió conservando aún después de la
Guerra Independentista de 1810.
Como se decía, en vista
de que la operación agropecuaria no era un atractivo para el clero ( ni menos en tierras de secano
y temporal como la que nos ocupa sobre de Piedras Negras) la Iglesia daba en
arrendamiento a agricultores y ganaderos estas propiedades.
Mariano González
Fernández desde 1832 ocupa la hacienda San Mateo Huiscolotepec o Piedras
Negras, en arrendamiento habiendo cumplido siempre con el pago de la renta y
obteniendo –a pesar de las sequías– buenos rendimientos en las cosechas de
cebada y maíz y en la crianza de mulas y borregos. Aún ni se pensaba en la
ganadería brava.
Al fin se llega el año
1856, con la presidencia de Ignacio Comonfort se promulgan Las Leyes de
Reforma; entre ellas La Ley Lerdo. En ese año se establece que todos los bienes
raíces urbanos o rurales tenidos o administrados por manos eclesiásticas se
adjudicaran a sus arrendatarios quienes tenían que pagarlas a plazos –en caso
de adquirirlas– a precios correspondientes a la capitalización de la renta a
plazos a la tasa de interés del 6%. En caso de Piedras Negras que pagaba de renta
4500 pesos anuales, el uno % sería 750 por lo que el monto total de la
operación fueron 75000 (el cien por ciento), quedando así Mariano González
Fernández como propietario de lo que entonces era un latifundio de 9400
hectáreas que acumuló la iglesia desde su original adquisición.
LOS
TOROS BRAVOS
Mariano González
Fernández se casó con Cresencia Muñoz de Cote y Quiroz; con ella procreó trece
hijos, de los cuales tres de ellos y una
de las hijas Micaela decidieron ser rancheros: el mayor de los varones Manuel,
el séptimo José María y el undécimo Carlos. Posteriormente con esa superficie
se formaron tres ranchos: Piedras Negras que tocó en herencia a José María, La
Laguna para Manuel y San Lucas Coaxamaluca para Carlos, y La Noria para
Micaela.
En 1874 José María,
contra la voluntad de su padre adquiere vacas bravas de San Cristóbal La Trampa
y funda de hecho la ganadería brava. Para que no se diera cuenta su anciano
padre –que se oponía a esto– construyó el tentadero en una zona boscosa y llevó
a cabo el desarrollo de la crianza de los toros bravos. Desde ese año se hacen
tentativas para mejorar la calidad y la bravura de la ganadería; se compran
toros españoles sobreros de las corridas españolas que se lidiaban en la
capital mexicana. En Piedras Negras las corridas españolas a lidiarse en México
D.F. se reponían de los largos viajes marítimos y se aprovechaba para
padrearlos con las vacas bravas, pero no puras que se habían adquirido. Así
adquiriendo sementales y cruzándolos con aquellas vacas se fueron mejorando
poco a poco los resultados obtenidos, mas no satisfactorios.
La ganadería de
Tepeyahualco, formada también con vacas de San Cristobal La Trampa fue vendida
por su dueño a los señores Manuel Fernández del Castillo y a su socio Alberto
Parrés (españoles) quienes la trasladaron del municipio de Tlaxco Tlaxcala, a
la hacienda de La Concepción en El Estado de México. Estos señores hicieron la
importación más exitosa de una simiente de El Marqués de Saltillo consistente
en 10 vacas puras y dos toros llamados “Tinajito” y “Tabaquero” que dieron
origen a la veta de bravura más importante que se haya logrado importar de las
tierras andaluzas.
Los señores Fernández
del Castillo y Parrés construyeron la gloriosa Plaza de Toros El Toreo de la
Colonia Condesa en la capital. Para ello se endeudaron con un proveedor de
materiales para construcción de apellido Braniff. Cuando terminaron la
construcción fueron demandados y encarcelados en el penal de Belem.
Allí acudieron los entonces ganaderos de
Piedras Negras, Lubín y Romárico ( hijos de Manuel) , Carlos , el mencionado
undécimo hijo de aquella gran familia, así como otros dos ganaderos: Aurelio
Carvajal y Antonio Zamora y compraron todo su ganado. Con dicho pago fueron
liberados de la cárcel y se iniciaron como promotores de su Plaza desde
septiembre de 1907.
Como se decía entre
este ganado venía ya aquella simiente “de oro” que tanta bravura dio a Piedras
Negras, a La Laguna, a Coaxamaluca, Zotoluca y a
Ajuluapan de don Antonio Zamora.
¿
POR QUÉ TANTA BRAVURA?
Además
de la calidad que poseía de origen esta simiente, las prácticas aconsejadas por
dos toreros españoles que vinieron a México a torear: Algabeño I en 1903 y su
hijo Algabeño II en 1925 quienes se hospedaban en Piedras Negras. Estas
practicas consistieron en :
·
Tentar en un ruedo cuyo diámetro fuese
al menos de 48 metros
·
Tentar a los machos destinados a la
lidia, rigurosamente a Campo Abierto.
·
Seleccionar a los sementales con base en
los resultados individuales de cada uno.
·
Tentar a las vacas con la máxima
exigencia en la suerte de varas.
Esto
se explica con amplitud y detalle en el Capítulo III (a partir de la página 80 )
RESULTADOS
Desde 1912 que empiezan
a lidiarse productos de aquella simiente, hasta 1946 que marca el fin de la
Plaza de El Toreo, se cortan a toros de Piedras Negras 55 rabos y a La Laguna
(su ganadería hermana) 47 . Incontables las faenas de dos orejas, de una oreja
y muchas más faenas gloriosas malogradas con la espada.
De la página 95 a la
177 se describen inolvidables faenas de figurísimas del toreo mexicanas y
españolas desde 1907 hasta 1995 con toda la brillantez que emplearon gloriosos escritores
de la crónica taurina, que en verdad transmiten al lector las emociones vividas
en la plaza.
ADICIONAL
Las semblanzas
biográficas de los toreros oriundos de Piedras Negras, principalmente la del
más importante torero de Tlaxcala Jorge Aguilar “El Ranchero” y otros no menos
importantes. El legado generacional de
los propietarios a través de seis generaciones. Las razones de la reducción al mínimo
legal de la superficie de la ganadería. Y al final juicios y epílogo del autor.
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